Ese día se respiraba un ambiente denso en la sala de espera de las consultas externas del Hospital General de Elche: un espacio amplio con un montón de filas de sillas con entre 15 y 20 niños y niñas con sus familiares. Se podía intuir que las personas que estaban allí llevaban bastante tiempo esperando. Al vernos, Hugo, de unos 6 años y con TDA (Trastorno por Déficit de Atención) se escondió detrás de una silla. Doc Tornillo, mi payaso, al darse cuenta de esto se puso de cara a la pared y comenzó a contar, como en el juego del escondite.
Pili Dora Comprimida (Paqui Noguera), mi compañera de ese día, enseguida entró al juego y se escondió también. Hugo se dio por aludido al instante y comenzó a jugar con nosotros. A la siguiente partida preguntamos al resto si querían unirse al juego, y para nuestra agradable sorpresa se unieron tres niños más, dos mamás y una abuela.
Bajo la atenta mirada, acompañada de una sonrisa de todas las personas allí presentes, se creó un espacio de juego donde se pudo, por unos momentos, olvidar el lugar donde se hallaban.
Los papás de Hugo no daban crédito a lo que veían. Según nos contaron más tarde, su pequeño nunca había jugado al escondite porque hasta entonces, no había mostrado interés por ese tipo de juegos.
Después de unas cuantas rondas, los payasos nos fuimos a continuar nuestro recorrido, dejando a unas cuantas familias jugando al escondite y a otras, disfrutando del espectáculo. Fue un hermoso momento, conseguir cambiar el color de la sala y transformar una aburrida espera en un divertido ratito de juego.
Quique Montoya (Doc Tornillo)