Ese día la UCI Pediátrica del Hospital Clínico de Valencia estaba completa. La doctora Eva nos informó del estado de los menores ingresados en ese servicio e inmediatamente después, mi compañero el Profesor Microscopio (Ventura Cano) y yo, el “Dotor” Max Recetax, nos pusimos en acción.
Al acercarnos a la primera cama, nada más vernos, Sandra de 3 años, afectada por una neumonía, comenzó a gritar y lloriquear, rechazando nuestra presencia. Ante tal reacción, solo bastó una mirada entre mi colega y yo para desaparecer del campo visual de la pequeña. Estaba sola, en un medio desconocido y hostil, era comprensible que la niña estuviera desconcertada, nerviosa e irritable. Yo opté por comenzar a hacerle música a un bebé con bronquiolitis que estaba en la cama contigua. Sin embargo, mi compañero sacó a Leo, su marioneta-ratón de biblioteca, y la empezó a asomar por entre los goteros y cajas de guantes que había enfrente de la cama de Sandra. Ante la aparición y desaparición de aquel divertido ratoncito, acompañado de sus ruiditos y vocecillas peculiares, la niña poco a poco abandonó su queja y observó curiosa las peripecias de aquel personajillo. Sin darme cuenta, la música de mi guitarra ponía banda sonora a aquella escena y la pequeña, seducida completamente por Leo, comenzó a reír. Nuestra presencia no le había gustado, pero las aventuras de ese leído roedor la tenían embelesada.
Más tarde, llegó la madre de Sandra y cuando nos íbamos de la UCI, la peque nos decía adiós con la manita y nos tiraba besitos. Por supuesto, Micro y yo, salimos encantados y sorprendidos porque, una vez más, la magia titiritera había dado excelentes resultados. Una gran ovación para Leo, ese fantástico ratón de biblioteca.
Sergio Claramunt (Dotor Max Recetax)